viernes, 11 de agosto de 2006

GRG IX






















Comulgando con cuerda de destino
en los dientes mordaces apretados,
mordiendo con tesón tan aprestados
que romper es morir, un desatino.

Cordón umbilical adulterino
tejido por la Parca a los forzados
muñecos que aparecen enmarcados
pintados con acento repentino.

Es acento que tapa toda boca,
desatino con ojos deformados,
acento que sentencia y que nos choca

mordido diente a diente ya agarrados,
excepción de un guiñol como bicoca,
semeja dos puños levantados.




A Lucía Ramos Gucemas

GRG VIII






















De dos cuerpos imposibles
en un angosto colchón,
más que carnes almohadón,
pueden provocar risibles
pasmos de los compatibles
revuelcos de los amantes
embutidos como guantes.
Ella medias coloradas,
él bragas grandes, ampliadas.
Son los dos mortificantes.





A Manuela y Hermenegildo, mis padres

GRG VI


















Esta fuga de un cuerpo en la penumbra
en un espacio vago desde arriba,
vista como la clara rogativa
salvadora de vida que se alumbra.

Ese rojo vital que se vislumbra
en parte del vestido de evasiva
está en signo del ser y expectativa
del gozo de la carne que lo encumbra.

La cabeza negrísima de pelo
mira con el temor en el atrás,
el brazo levantando con recelo

de que Gucemas otra pierna en celo
le pudiera pintar, tal Satanás,
que pillara a la que se fuga en vuelo.



A Arantza Borrachero

GRG VII



















La vida está pendiente de tal hilo,
la muerte al colgar de una maroma,
una mollera por un cuello asoma.
Una mano apoyada con estilo.

Porque vivir sujeto es un asilo
de argolla que lo engancha, garfio, roma,
el brazo que la manga alzada toma
del gabán con el más sumo sigilo.

Un gran ojo rapado que nos mira,
la cabeza callada sin su boca,
un cuerpo ya escurrido que se pira.

El profundo verdor que todo invoca
la esperanza nos templa, aunque es mentira
la carne atormentada que provoca.



Va por Julián Ruiz Banderas

GRG V


















¡Mirad qué cuadro!, esa atenta mirada
presente, que tenemos
la tortura en conserva.
Quien los guipa, percata y los ojea
sólo sabe que no columbra nada.
¡Mirad qué cuadro! Miren qué terror
acumulado en las caras provocan
un pasmo tan tremendo que desbocan
quietud en velocidad interior.
Cabezas chicas otean horizonte,
manos agrandadas están cruzadas.
Tiene tortura caminos de magia.
Quietas las sillas puras de este canto,
quietos esos sentidos a ese lado.
¡Aquí tan sólo se mueve La Cana!
Con las bocas, es un casual, cerradas,
la perra descoyunta las quijadas
en fauces fieras y avanza las patas
con las atentas miradas paradas
de las cuatro caras plastificadas.
¡Terror y terrorismo, nada y nada!
¡Qué así, aquí, nos mata quien nos manda!



Contra dictador y mandamás

GRG IV

















Hurga la mano tetas, bolsillos de la carne,
bocas, bolsos en el pellejo, hondo busca el hueso
como pobre perro que huye del dolor viejo.

Cabezas hocican besos, pan de fuego y ganas.
Todo es noche mientras el can enseña el hocico,
los dientes, color fijo, piel amarga, la quijada.






A Francisco Mena Cantero, poeta y amigo

GRG III


Yace Allende, una grave y pura llaga,
con las gafas gafado, baleado.
En la Moneda noche negra, aciaga.
En esa casa viles lo han matado,
tu pintura terrible lo propaga,
en rojo envuelto ya, tan encarnado.
Y sus lentes en él miran con clara
desnudez de la luz fiera algazara.

La planta del zapato despiernado
en una, otra pierna asesinada.
Un puño yerto al suelo ya tumbado
y la fantasma mano ya callada.
Su misma sangre todo salpicado,
salvo lo negro de la barrabasada.
El gran terror nos cuaja el alma al ser.
Vela al muerto el azul anochecer.




A Hermenegildo Barroso Mosquero, in memoriam

GRG II


Dolor, arrebolado el interior
de la cosa y del ser acumulados.
Es el mundo materia en todos lados.
Tu lienzo como puro relator.

El dibujo deslizas con primor
en formas que no buscan ser dechados
del aplauso de necios desalmados,
y tensan, agarrotan el valor.

Todo quieto y en un cúmulo de cosas.
Tu pintura es tortura, es un tormento,
un suplicio y martirio con el que osas

implicar la maldad y abatimiento
del hombre que en el mal colmas, rebosas.
Flores en un estiércol feculento.




A Manuel Martín Burgueño, verdadero y amigo

GRG I




La gloria de rasgadas hopalandas.
Tules leche detrás de lo rosado.
No fue con el encelo en que está dado,
ni aquellos cielos en los que aún te andas.

Tal vez un brazo cubren las holandas,
un gran trasero rosicler montado
en un lienzo de nube muy angulado.
Todo formando puras zarabandas.

La grisalla de fondo es el cielo,
esos colores tenues un delirio
del cuerpo craso que como un anhelo

se tiembla y se estremece parvo cirio
acometiendo solo a contrapelo
del grisáceo fondo del martirio.




Para Pilar

PREVIAS A TARJETARIO GRG















Se han integrado reproducciones de pinturas de Gerardo Ramos Gucemas (GRG), por una cara, y poemas de Agustín Romero Barroso, por la otra. Dos apocalípticos desintegrados que han sopesado y vivido, en ámbitos diferentes, las glorias de los seres, las cosas y sucesos, los paraísos perdidos y las pérdidas paradisíacas.
GRG (Gerardo Ramos Gucemas) pinta, yo sólo escribo poesía y estoy siempre aprendiendo. Él es contumaz artista, yo poeta incorregible. No sólo en espacios de arte sino en todos los aspectos de la vida, que es siempre una. Somos incorrectos: véanlo, léanlo, disfrútenlo. Nacidos y criados en un lugar donde el mundo se llama Llerena, somos ciudadanos de los mundos.
Si toda pintura parece estar sumida en ese silencio pastoso de los museos y galerías, la pintura de Gerardo Ramos Gucemas (GRG) está también, más que sumida, sumergida en el mar del silencio inabarcable, del pasmo ante cosas, seres y sucesos. En hondo e inquietante silencio interior que a veces parece querer explotar en llanto, dolor, grito pelado y atronante. Esta es invitación a navegar en ella, por ella, desde ella, con ella en estas tablas tarjeteras de salvación, de no se sabe qué naufragios, que hoy lanzamos a las aguas de la vida.
Dice mucho la pintura de GRG (Gerardo Ramos Gucemas), pese al silencio de los secretos. De lo mucho que dice, he oído sonidos que formaban palabras, palabras que formaban frases, frases que significaban, contaban, narraban, describían, decían, sentían o escupían… De todo lo escuchado me salieron estos poemas que hoy forman la serie GRG. Son nueve piezas en este tarjetario, que se ilustran con nueve reproducciones de pinturas de Gerardo Ramos Gucemas (GRG). Es indudable que lo escuchado ha sido mucho más y conforman un poemario de mayor amplitud y elaboración, que saldrá publicado, en las formas tradicionales, en su momento. Es mi homenaje de paisano y artista al que también lo es. Quede de momento constancia de esta entrega de urgencia de nueve verbalizaciones de otras tantas pinturas. Sí, llamémosle verbalizaciones, ya que el verbo que emanan, ese grito, ese idioma o el susurro de la pintura de GRG (Gerardo Ramos Gucemas) se transformó palabra de poesía, la carne de su pintura se volvió verbo, sucesos de poemas.
Son tiempos, los que corren, en los que la excesiva condescendencia con la ignorancia, el miedo y el odio no los han hecho especialmente buenos para la lírica, para la profundización en el hombre, sus sucesos, sus cosas, de maneras plenas y gozosas. Los artistas, hoy más que nunca, en un tiempo de silencios, destrucciones, mentiras, pillajes y maldades premiadas, tenemos la sagrada obligación de elevar el espíritu del hombre y llenar el hambre que no es sólo física. Sin más concesiones a la ignorancia suprema, a los odios burdos y sinsentido y a los miedos paralizantes y chantajistas que marcan el Mercado, el Capital y el Estado. Las artes, la pintura, y sobre todo la poesía, por su inmaterialidad, intraducible a dinero (Capital), venta (Mercado) o poder (Estado) son actos supremos de inutilidad que contribuyen a la grandeza total del espíritu, renunciando al vasallaje vil del consumo y la vulgarización estúpida y competitiva que anulan a los seres humanos.
Sí, este TARJETARIO GRG es algo doloroso y profundo (aviso para navegantes), el resultado de una gozosa experiencia como fue el encuentro de una pintura demoledora y subyugante, en los sucesos plásticos que uno vive, que me dictaba poemas. Una carnalidad que se hacía verbo y palabras. Sumérjanse en ese proceloso piélago, como Ulises u Orfeo, y lleguen a buen puerto, marineros, que el tesoro que buscamos no está en el seno del puerto, sino en el fondo del mar.

Agustín Romero Barroso


PINTURAS: Gerardo Ramos Gucemas - POEMAS: Agustín Romero Barroso

jueves, 10 de agosto de 2006

GUCEMAS BÁSICO

Gerardo Ramos Gucemas
Llerena, España, 1941, pintor
Vive en Tucumán (Argentina) desde 1971. Su primera muestra individual fue en 1960, en Llerena. Posteriormente expuso en Madrid y, ya en la Argentina, en numerosas galerías de Buenos Aires y varias provincias. Obtuvo dos veces el Primer Premio del Salón Nacional (Santa Fe). En 1997 fue invitado a dirigir el II Taller Iberoamericano de Pintura en la sede Iberoamericana de La Rábida, de la Universidad Internacional de Andalucía




LAS FORMAS DE LO EFÍMERO

Por Eduardo Villar

Con pinturas de técnica elaborada en las que se pone en juego la relación entre la realidad y sus apariencias la muestra de Gerardo Ramos Gucemas en el Museo Sívori pone al espectador frente a preguntas incómodas sobre la fugacidad de las cosas y la vida.
La figura humana –puede verse claramente en la retrospectiva expuesta en el Museo Sívori- es absolutamente central en la pintura del español Gerardo Ramos Gucemas. Sin embargo, por algún bello, inexplicable misterio, en la obra que mejor expresa lo que hay en todas las pinturas de Ramos Gucemas no hay un hombre ni una mujer, sino un perro. Cómo no preguntarse entonces, qué hay de humano en ese perro. No es, desde luego, algo que esté a la vista: es inconfundiblemente un perro, pese a que está muy lejos –como toda o casi toda la pintura de Gucemas- de ser la representación realista de un perro. No hay más pistas que la pintura misma. Su título, si acaso agrega algo, es enigma: “Perr”, así, sin “o”. El espectador queda, entonces, solo con su pregunta y sin más armas para responderla que su capacidad para formular hipótesis. Qué pasa con ese perro. Y puede responderse –si quiere, si le parece-, que en realidad no es tanto un perro sino más bien en el momento en que es atropellado, el instante en que muere eso que después será una masa informe sobre el asfalto. Pero que aún no lo es. Porque todavía, en ese instante, es –podría ser- un perro que lucha contra una tela que lo atrapa, un animal que se defiende de la muerte tirando tarascones y arañazos sin sentido, panza arriba. Visto así, uno deja de ver un perro en la pintura. Y empieza a ver a la muerte, aunque no esté, aunque sea una ausencia. Y a la figura humana, aunque en la tela haya un inconfundible perro.
Gerardo Ramos Gucemas tiene la envidiable capacidad de producir esas alucinaciones en el espectador. Afortunadamente para quien las mira, no todas sus pinturas son tan intensas. Pero a ninguna le falta la carga expresiva y dramática sin la cual el arte se vuelve apenas una operación decorativa.
Si se le pregunta por qué en sus obras se rompe el orden espacial, por qué unas formas se entrometen en otras, las invaden, el artista duda: “Hay un exceso de distorsión, supongo; en realidad no lo sé, siempre he pintado muy intuitivamente”. No parece arriesgado Aventurar que hay algo del británico Francis Bacon en esas distorsiones. Gucemas –que desde 1971 vive en Tucumán- lo reconoce, pero al mismo tiempo se sorprende al escuchar el nombre de Bacon. “Es insólito –dice-, a Bacon lo conocí muy tardíamente, porque mi formación es española. había muy buenos pintores españoles a los que yo admiraba sin saber por ahí que tenían algo del clima baconiano. Porque yo no lo conocía. descubrí a Bacon cuando llegué a la Argentina, a través de reproducciones. Ahí noté esa identidad. Pero creo que si recibí algún impacto de él ha sido indirecto, a través de otros pintores, españoles. Además, Bacon tiene que ver en el espíritu más que en las formas, con Velázquez y, sobre todo, con Goya.”
En las telas de Gucemas, como señala un texto de Silvia Marrube, del Museo Sívori, la figura humana estructura la composición “estableciendo una especial relación de interpenetración con las otras figuras circundantes”. Hay en sus pinturas centros, nudos donde las cosas se representan, aun fragmentariamente, tal como se ven en la realidad. Son como centros de gravedad. En “PasVall” (1985, óleo sobre tela, 130x100), por tomar un ejemplo, hay una sonrisa, un ojo, otro, dos manos que se toman tiernamente, amor, sexo. Todo eso, en la distorsión, confusión e invasión de las formas.
Por momentos es muy inquietante. es que en las pinturas de Ramos Gucemas todo es conjetural, y esa reiteración de la interrogación y la incertidumbre que produce pararse frente a ellas puede volverse muy incómoda. Por ejemplo, en “Carn”: qué son esas formas en cuyo centro algo que podrís ser una boca que expulsa con violencia un torrente negro, qué son esos trozos rojizos esparcidos. ¿Pedazos de carne?¿Y esas formas redondeadas?, ¿vísceras? Hay ahí algo humano estallando.
Camas, colchones, almohadones, sábanas, telas rayadas, como si fueran escenas que trascurren en el sueño o, por lo menos, en la cama: una invasión del sueño en la vigilia. En muchos cuadros hay escenas eróticas que no llegan a serlo porque se desvanecen. Todos los nombres de los cuadros son palabras incompletas, nombres truncados. Inevitable pensar que las cosas representadas en la pintura también tienen algo incompleto y de trunco.. Nunca nada es del todo lo que sea que es, siempre está en proceso de completarse o de cambiar o disolverse o desaparecer. Cuando está por llegar a una forma, empieza a convertirse en otra. Todo está integrándose y desintegrándose: las personas, la ropa, los cuerpos, los desnudos, los vestidos, los momentos, la vida.


Nota.- Tomado del folleto que presentaba la última retrospectiva del pintor, en el prestigioso museo Sívori, de la municipalidad de Buenos Aires, República Argentina, septiembre 2004.